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Por la mañana, en la comisaría, leyó el informe
preliminar de Lécuyer. La muerte se había producido la noche del martes, entre
las 24:00 y las 2:00 de la madrugada, sin determinar con más concreción a falta
de estudios más pormenorizados dado que los cuerpos habían permanecido
sumergidos durante, al menos, cuatro períodos coincidiendo con la subida de las
mareas. Las olas los habían desplazado levemente, pero continuaban
prácticamente en el mismo sitio donde se produjo la muerte dado que, y esto era
una novedad, los amarres que los inmovilizaban se habían fijado también a unas
estacas clavadas en la arena bajo sus cuerpos. La causa de la muerte era la
asfixia; las erosiones y desgarros en la piel se produjeron post mortem,
probablemente a causa del carroñeo ocasionado por la fauna tanto marina como,
probablemente, gaviotas o aves similares. La cuerda pertenecía a la misma
partida que la utilizada en los crímenes anteriores y el pegamento de los
labios seguía siendo cianocrilato. También se encontró semen del hombre en el
interior del cuerpo de la mujer.
Parte de la ropa de las víctimas fue encontrada entre
unas rocas a unos trescientos metros de la escena, debió ser movida por las
olas y depositada posteriormente por la marea en ese lugar. A poca distancia
del escenario, pero sumergido y medio enterrado, los buzos encontraron el bolso
de la mujer con su documentación; se llamaba Catherine Fabre de treinta y un
años, residente en Niza. Un coche aparcado junto al cercano hotel Cap-Estel no
pertenecía a ningún cliente y las cámaras de vigilancia documentaron el momento
de su llegada, a las 19:42 del martes, y cómo un hombre y una mujer salían de
él transportando una bolsa de viaje. El vehículo pertenecía a Olivier Moreau,
de treinta años. También se comprobó mediante encuestas a los familiares que,
efectivamente, mantenía una relación sentimental con Catherine Fabre. A falta
del trámite de la identificación de los cadáveres por parte de allegados de
ambas víctimas la identificación se daba por positiva.
Se recogieron en las inmediaciones no menos de un
centenar de colillas de cigarrillos junto con unas cuantas cajetillas de
distintas marcas, vacías y arrugadas. Como no habían obtenido ADN en los
anteriores crímenes no había nada con lo que comparar los resultados de los
análisis sobre los nuevos restos. Las cámaras de vigilancia tampoco aportaron
nada fuera de lo normal, salvo la del hotel que, además de documentar el
aparcamiento, también enfocaba parte de la costa, permitiendo ver las luces de
una embarcación transitando por la zona a las 22:58 y perdiéndose la imagen en
dirección a la cala donde aparecieron los cuerpos. “Quizá la disposición de las
luces permita reconocer el barco”, pensó Camille, “no parece un pesquero,
probablemente algún yate pequeño de los que hay miles por la región, será
difícil”.
Abrió en el ordenador el correo de Henri con las
referencias a los Amantes de Valdaro y se quedó contemplando la fotografía.
Leyó parte de la información: Tenían unos 6000 años de antigüedad y fueron
encontrados en Valdaro, localidad italiana cercana a Mantua y a algo más de
cuatrocientos kilómetros de Niza. Al encontrarse esta tumba, con dos esqueletos
pertenecientes a un hombre y una mujer
jóvenes, de entre dieciocho a veinte años, mirándose de frente y abrazados, se
les llamó inmediatamente amantes. Se encontraron entre ellos restos de una
lanza, un chuchillo y otras armas punzantes. Comparó la posición de estas armas
con el informe forense: una lanza cerca del cuello del hombre, justo el lugar
que ocupaba una de las estacas de fijación al suelo en la escena del crimen; un
cuchillo junto a los muslos de la mujer, coincidiendo con otra de las estacas
de fijación en el crimen; y varias armas más cerca de la pelvis del esqueleto
femenino, exactamente igual que la tercera estaca localizada en el escenario.
Ya no quedaba ninguna duda, Cupido imitaba a los Amantes de Valdaro.
Siguió leyendo: Se realizó un análisis forense a los
restos arqueológicos y se determinó que no murieron a causa de las armas
encontradas junto a los huesos, pudiendo deberse su muerte a causas naturales.
Se especuló con que murieron de frío mientras se abrazaban, aunque lo más
probable es que fueran colocados así tras su muerte. Otra curiosidad: La ciudad
de Mantua ya tenía una reputación literaria respecto a crímenes pasionales; en
ella estuvo exiliado Romeo mientras Julieta se suicidaba, según el drama de
Shakespeare y también en esta ciudad sitúa Verdi el drama representado en su
opera Rigoletto, otra historia de amor, venganza y muerte. Comentó el tema con
Géroux.
—Sorprendente —dijo su compañero inclinándose con
atención sobre la pantalla del ordenador.
—Coincide todo —aseveró Camille—, la postura en todos los
crímenes, los anclajes situados en este último, la muerte sin marcas de
violencia…
—Asfixiarlos ya es violento…
—Estoy segura de que el asesino no lo ve así. Para él es
algo romántico, algo que forma parte de un drama. Creo que le interesa más el
escenario que el asesinato. Esto tiene pinta de ser una obsesión. Y si es así,
los Amantes de Valdaro y Mantua pueden ser la mejor pista que hemos tenido
hasta el momento.
—Me encantaría pasar unos días en Italia —dijo Géroux con
cierto entusiasmo mal disimulado—. ¿Hablamos con el comisario?
—Vamos a ver antes si encontramos alguna relación de las
víctimas con la arqueología, con Mantua, con los Amantes de Valdaro, con
exposiciones sobre el tema, conferencias… Todo lo que se nos pueda ocurrir al
respecto. Cupido se toma su tiempo para preparar los crímenes y los escenarios,
selecciona a sus víctimas de modo que puede acercarse a ellos impunemente;
quizá en su proceso de selección se fije en detalles que le recuerden a los
Amantes, quizá las víctimas compartan en alguna medida su propia obsesión. No
sé si esto nos llevará a algún lado, pero deberíamos investigarlo.
—De acuerdo, me parece una buena teoría. ¿Qué te parece
si comienzo por las agencias de viajes? Quizá las víctimas visitaron Mantua y
Cupido las seleccionó allí. Puede que incluso viajaran juntos.
—Buena idea. Ponte con ello. Yo investigaré sus estudios
y aficiones. Y también me informaré sobre conferencias o exposiciones que se
hayan realizado en Niza y alrededores sobre esos restos arqueológicos. Puede
que su contacto con el tema se haya producido aquí. Y si todo encaja con Mantua, creo que nos
vendría bien hacer un viaje a Italia.
—Te tomo la palabra —terminó diciendo Géroux.
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¡Hola Adrienne! Formo parte de la iniciativa 'Seamos Seguidores'.
ResponderEliminarYa te sigo de vuelta. Tienes un excelente contenido. Mi blog es: https://blueshendrix.blogspot.com
Un saludo